CÓMO ENCONTRAR TU PROPÓSITO EN LA VIDA
1. La razón por la que levantarse cada mañana
En mayor o en menor medida, todos hemos tenido alguna vez esa sensación de no saber muy bien qué estamos haciendo con nuestra vida, o de no tener claro para qué hacemos lo que hacemos. En piloto automático, nos dejamos llevar por una cotidianidad que nos acaba engullendo y, cuando hacemos un alto en el camino, es como si no alcanzáramos a encontrar un sentido más allá de todo lo que envuelve y ocupa nuestro día a día. Nos faltaría, pues, un propósito vital o, como lo llaman los japoneses: ikigai.
El término ikigai no tiene traducción directa en lengua castellana, pero básicamente significa la razón por la que te levantas cada mañana, tal como explica Yukari Mitsuhashi en un artículo de la BBC News:
https://www.bbc.com/worklife/article/20170807-ikigai-a-japanese-concept-to-improve-work-and-life
Descubrir ese valor, sentir que hay algo que nos impulsa a tomar acción y que nos proporciona un rumbo hacia el que dirigir nuestros pasos, hace que la vida merezca la pena y, en consecuencia, conduce a la felicidad de vivir. En definitiva, tener un propósito hará que vivamos más y mejor.
2. Escapa de la “carrera de la rata”
El destino más natural para aquel que no llega a plantearse qué quiere hacer realmente con su vida y, por consiguiente, no se molesta en encontrar un propósito que sirva como punto de partida para crear o elegir un medio con el que ganarse el pan es la “carrera de la rata”. La “carrera de la rata” es un concepto popularizado por Robert T. Kiyosaki, autor del célebre Padre rico, padre pobre, que hace referencia a los roedores que, a pesar de sus esfuerzos, dan vueltas y más vueltas en su rueda sin avanzar. Esto es equiparable a dedicar sistemáticamente esfuerzos agotadores a un trabajo que no aporta sentido a la existencia.
En El mito de Sísifo, Albert Camus presenta otra metáfora del esfuerzo absurdo e inútil. Sísifo hizo enfadar a los dioses y, como castigo, fue condenado a transportar una roca hasta la cima de una montaña, desde donde la piedra volvía a caer por su propio peso rodando hasta el valle, y así sucesivamente.
La cuestión no es desmerecer un trabajo porque tengas que pasarte 8 horas en una fábrica apretando tuercas, sino si ese trabajo te ayuda a sentirte realizado o si sirve a un propósito mayor en tu vida. Si no es el caso, buscar el propósito sobre el que pivotar tu actividad profesional te dará muchas más posibilidades de escapar de esa “carrera de la rata”.
3. Haz un máster de ti mismo
Hay una frase que estaba grabada en el acceso al santuario iniciático de Delfos en el templo de Apolo: “Conócete a ti mismo”. Estas palabras obligaban al visitante a hacer un ejercicio de introspección antes de elevar su consulta a los dioses por medio del oráculo.
Mario Luna, autor de Psicología del Éxito, lo dice con otras palabras más actuales pero no por ello menos efectivas: “Haz un máster de ti mismo”. Obsérvate y pregúntate cuáles son tus valores, tus creencias, tus intereses, tus preferencias... Tómate tu tiempo; a niveles más profundos, muchas cosas no se nos revelan de la noche a la mañana. También es recomendable que todo ese autoanálisis se contraste con la realidad y sirva para detectar las oportunidades potenciales que ofrece el entorno. Asimismo, conocer lo que te hace distinto de los demás te dará muchas pistas a la hora de identificar o reconocer los recursos propios que tienes a tu disposición para marcar la diferencia.
4. Cultiva tus virtudes
Siempre hay algo que se nos da bien, en lo que somos buenos y destacamos, o al menos algo que se nos da mejor que a otros. Al igual que es imposible que todo se nos dé bien, también lo es que todo se nos dé mal. Además, lo que se nos da bien suele coincidir con aquello que nos apasiona y disfrutamos haciendo, y en lo que el tiempo se pasa volando. Es como si esa habilidad estuviera inoculada en nuestra propia naturaleza individual y la práctica se encargara de desarrollar. Por lo común, ejercitar esta virtud nos proporciona satisfacción interior y refuerza positivamente la imagen que tenemos de nosotros mismos. Como dice el experto mundial en el desarrollo del potencial humano, Sir Ken Robinson: “nos sumergimos en el Elemento, el lugar donde hacemos aquello que realmente queremos hacer y donde somos quienes siempre hemos querido ser”.
Así pues, las virtudes han de cultivarse y desplegarse en un entorno idóneo. Es conveniente propiciar las condiciones y circunstancias adecuadas para poder dar lo mejor de nosotros mismos. De lo contrario, sería como pedirle a un pez que trepe un árbol. Volviendo al ikigai, si queremos exprimir todo el potencial a nuestro alcance, tendríamos que aspirar a un equilibrio armónico entre cuatro variables que se superponen:
- Lo que amamos
- Lo que se nos da bien
- Lo que el mundo necesita
- Aquello por lo que nos pueden pagar
5. La escultura habita en la piedra
Se cuenta que cuando le preguntaron a Michelangelo, el gran artista florentino del Renacimiento italiano, sobre su prodigiosa labor para tratar el mármol en su magnífica escultura La Piedad del Vaticano, este respondió: “La escultura ya estaba dentro de la piedra. Yo, únicamente, he debido eliminar el mármol que le sobraba”. Este ejemplo puede alumbrar a aquellos que aún no tienen claro su propósito. Si no sabes lo que quieres, puedes empezar por identificar aquello que no quieres o no te gusta y descartarlo, eliminando así el mármol sobrante como Michelangelo.
Retomando la Psicología del Éxito de Mario Luna, también puedes detectar necesidades que tú tienes y nadie más satisface. A veces una buena idea surge al buscar la solución a un problema propio que luego resulta que comparte más gente. Otra opción es pensar fuera de las categorías existentes; a menudo sucede que los servicios, actividades o profesiones más cotizadas del futuro no existen todavía en el presente. Pueden ser un nicho completamente nuevo o una combinación novedosa de categorías ya existentes. En este sentido, sería oportuno citar una frase del autor George Bernard Shaw: “La vida no se trata de encontrarte a ti mismo. La vida consiste en crearte a ti mismo”.
La psicóloga experta en psicoterapia, Ana Echávarri Martínez, concluye lo siguiente: “La ausencia de un propósito vital no debe ser tampoco concebido como un problema, sino más bien como una cuestión que puede ir construyéndose progresivamente, a través del desarrollo de la persona mediante sus propias acciones y el paso del tiempo”. Por tanto, tampoco es necesario obsesionarse buscando un propósito a la vuelta de cada esquina; este incluso puede ir variando o evolucionando a lo largo del tiempo.
6. Escoge tu visión y tus metas
No cabe duda de que encontrar un propósito en la vida es una de los hitos más dichosos que podemos experimentar como personas, y podemos llegar a aquel de diferentes formas:
1) Dedicación a una pasión que nos llena y se convierte en la savia y eje de nuestra vida, alrededor de la cual gira todo lo demás.
2) Una idea que parte de una motivación muy potente por cambiar las cosas o cumplir una función significativa en la sociedad.
3) Azarosamente o por accidente.
4) Prueba y error hasta que se da con algo significativo (lo hemos visto en el punto anterior).
Una vez que tenemos un propósito (aunque sea provisional), es conveniente articularlo en una visión y unas metas para que se realice o cumpla. La visión sería el estado o la situación a la que deseamos llegar, y las metas los pasos necesarios para alcanzarla (las metas, por tanto, están integradas en la visión). Esta idea es de una importancia clave, ya que si no trabajamos en nuestras metas probablemente acabemos trabajando en las de otros, lo que nos conducirá irremediablemente a la “carrera de la rata”, en la que hay que evitar caer. Al trabajar en nuestras metas, conseguiremos avanzar en esa dirección elegida por nosotros mismos y que tanto sentido atribuye a lo que hacemos. Entonces entraremos en un círculo virtuoso que incrementará nuestra sensación de bienestar y autoestima, y nos generará una vida más plena, significativa y feliz.
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